Brian Radwell, presidente y director general, lo explica así: “Radwell International vende y repara dispositivos de control eléctricos y electrónicos de uso industrial. Nosotros vendemos y reparamos temporizadores, contadores, sensores fotoeléctricos, disyuntores, pulsadores, controladores lógicos programables (PLC), servomotores, control de velocidad y cualquier otro dispositivo utilizado para que una máquina funcione”. Específicamente, Brian Radwell señala que Radwell presta servicios a fabricantes de automóviles, plantas químicas, plantas de procesamiento de alimentos, municipalidades, entidades públicas, panaderías, centrales eléctricas, parques de atracciones, exportadores, plantas de extrusión y moldeado de plásticos, plantas siderúrgicas y una larga lista de sectores empresariales.
Radwell tiene incluso una mayor presencia en los mercados de fabricación y automatización gracias a su gigantesco recurso en línea, Radwell.com El sitio web de Radwell es el principal proveedor del mundo en materia de equipos de control eléctrico y electrónico de uso industrial, tanto nuevos como usados. “Compramos controles nuevos y usados de plantas que se cierran, subastas y excedentes de existencias. Radwell certifica las piezas y luego las envía en embalajes personalizados de la compañía para venderlas a la mitad de su precio original. También vende el 30 % de sus productos fuera de los Estados Unidos”.
Brian Radwell creció en la pequeña ciudad de Medford, Nueva Jersey. Cuando tenía 14 y 15 años de edad, le gustaba jugar al fútbol americano en la escuela secundaria local. En 1982, su situación económica no era la mejor y disponía de poco dinero. Sin la seguridad que podía otorgarle una beca deportiva para acceder a la universidad, Brian decidió, en contra de los consejos de su entrenador, dejar el fútbol y empezar a trabajar. “A los 15 años comencé a trabajar como distribuidor de Speck Industrial Controls. Éramos una pequeña distribuidora de control industrial que empleaba a cinco personas en Mount Laurel, Nueva Jersey. Mi padre, Jerry, era propietario de un pequeño porcentaje de Speck y me transmitió los conocimientos que necesitaba sobre la fabricación industrial, y la importancia de los controles eléctricos y electrónicos”.
Brian debía seguir estudiando en la escuela secundaria y decidió inscribirse en un programa de educación acelerada para poder formarse y trabajar cuanto antes en el sector de la automatización, un sector que se encontraba en plena expansión. Speck estaba atravesando un momento complicado. Brian decidió continuar como distribuidor y buscar un segundo trabajo como encargado de una gasolinera en Marlton, una localidad cercana. “Esto me permitió trabajar hasta la medianoche casi todos los días, mientras aprendía a ganar dinero”. Entre los 15 y los 18 años de edad, Brian dividió sus días entre las clases de la escuela secundaria y sus dos trabajos.
A los 18 años, Brian estaba preparado para graduarse de la escuela secundaria y enfrentarse a un futuro incierto, cuando se le presentó una gran oportunidad. Jim Speck, propietario y presidente de Speck, decidió cerrar la empresa. Brian se graduó en junio de 1986 y se unió a su padre para asumir el control de Speck. Había comenzado una carrera acelerada en ventas y reparaciones industriales. “Yo trabajaba sin parar: de noche me ocupaba de las reparaciones y durante el día me encargaba de las ventas de nuevos productos. En una compañía integrada solo por cuatro personas, todos debíamos soportar largas jornadas de trabajo y un tremendo estrés”. Jerry, el padre de Brian, no logró resistir demasiado: sufrió un infarto de miocardio unos pocos meses después de haber adquirido la empresa.
Mientras su padre permaneciera incapacitado, Brian debía cargar con la responsabilidad de dirigir la compañía. Darlene, su madre, tenía por delante un largo camino, lleno de dificultades. Brian supo de inmediato que iba a tener que agotar todos sus recursos para construir una compañía en la que los clientes pudieran confiar. Se ocupó de forjar una relación estrecha con sus clientes. La empresa debía ser más rápida, mejor y menos cara que cualquier otro competidor. Lo que Brian no sabía era que la competencia trataría de detenerlo a cualquier precio. Primero, la empresa de reparaciones más importante con la que debía competir demandó a Brian por la impresión de un libro de precios de reparaciones, argumentando que el libro infringía sus derechos de reproducción exclusivos. La empresa no podía afrontar los elevados honorarios y costas legales ni tampoco el coste cada vez más alto del seguro médico de Jerry. “Nos arreglamos con sueldos de 25,00 dólares a la semana y pasamos las noches en la oficina hasta que la batalla concluyó”, recuerda Brian. Y agrega: “Después de esto, sufrimos el ataque del fabricante de controles industriales más grande de los Estados Unidos, con el argumento de que no podíamos decir que reparábamos sus productos”. Una vez más debían afrontar una costosa batalla legal, con muy poco dinero.
Jerry no estaba en condiciones de afrontar todos estos problemas y sufrió un nuevo infarto, por el que debieron realizarle de urgencia una cirugía de bypass. Esto complicó las cosas ya que Brian se vio privado de la ayuda de Jerry durante bastante tiempo. A los 22 años de edad, Brian estaba preparado para competir con las principales compañías establecidas. Las demandas y los intentos por hacer descarrilar a Radwell amainaron por un tiempo. Brian se había ganado la reputación de un joven y decidido presidente que no temía enfrentarse a los “gigantes de la industria”, incluso en inferioridad de condiciones, y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganar. “Esto hizo que la competencia se lo pensara dos veces antes de presentar demandas falsas para quitarnos del camino”, agrega Radwell.
Brian se casó con su novia que había conocido en la escuela de secundaria a los 23 años y comenzó a prepararse para el futuro. Desafortunadamente, el mundo tenía otros planes. Una vez más, asolado por enfermedades, Jerry sufrió un nuevo revés... más duro que los anteriores. Un derrame cerebral lo paralizó por completo y lo dejó en un estado conocido como “enclaustramiento”. Solo podía mover los ojos: hacia arriba para decir “sí”, hacia abajo para decir “no”. Brian permaneció muy cerca de Jerry, sobrellevando una tremenda tristeza y depresión al ver sufrir a su padre. Estaba decidido a darle a Jerry todo su apoyo y la mejor calidad de vida posible. Afortunadamente, la empresa contaba con un seguro que le garantizaba a Jerry atención domiciliaria mediante personal de enfermería las 24 horas. Sin esa prestación, habrían tenido que internar a Jerry en una residencia geriátrica. La empresa se mantuvo en pie con espíritu de equipo y jamás se quedó atrás.
Jerry solo tenía algo más de cincuenta años cuando Brian decidió mantenerlo fuera de un geriátrico. “En ese momento comenzó la batalla más dura”, afirma Radwell. “Empleábamos a 15 personas, y la compañía de seguros aumentó nuestras tarifas de 2000 dólares al año para un empleado medio a 60 000 dólares por empleado al año”. A esto se sumaba el hecho de que Jerry, su padre, seguía necesitando el seguro, que le costaba a Speck casi 1 millón de dólares al año. El seguro que podría haber reemplazado la póliza vigente no ofrecía atención domiciliaria mediante personal de enfermería.
Luego, la compañía de seguros envió una carta donde se informaba que la póliza de Jerry debía ser cancelada, y se le indicaba que cambiara a una nueva o buscara otra compañía. Esto no le dejó otra opción que iniciar una acción contra una de las compañías de seguros más grandes del mundo y emprender, de este modo, la batalla más larga en la carrera de Brian Radwell. “Toda la compañía estaba trabajando en equipo para dar esta batalla. Varios años más tarde le ganamos a la compañía de seguros. Mi padre no pasó un solo día en un geriátrico”, afirma Radwell, radiante de orgullo.
Jerry Radwell falleció en 2002, la noche de Fin de Año, en su casa de Medford, Nueva Jersey.
En 2005, Speck Industrial Controls se convirtió en Radwell International, LLC. y se mudó a una nueva planta de 6500 metros cuadrados, con un centro de reparaciones de última generación que ocupaba 1400 metros cuadrados, en Lumberton, Nueva Jersey. Las nuevas instalaciones de Radwell contenían 3250 metros cuadrados de espacio para inventario, incluido el enorme sistema de existencias de dos pisos conocido como “Área 51”. En 2008, las ventas netas de Radwell alcanzaron los 37 millones de dólares. En mayo de 2009, Radwell agregó más espacio de almacenamiento, con lo que la sede central de Lumberton pasó a ocupar 10 200 metros cuadrados.
En 2011, Radwell se expandió a los mercados europeos mediante el establecimiento de un centro de reparación y distribución en el Reino Unido, con la intención de llevar la marca Radwell al mercado internacional.
En 2012, Radwell se expandió al mercado canadiense con la adquisición de Enterprise Automation, una empresa de reparaciones canadiense que se transformó en Radwell-Canada y que ha operado en el mercado canadiense desde entonces. Radwell-Canada opera desde un centro de reparación y distribución ubicado en el área metropolitana de Toronto. Desde allí se ocupa de realizar reparaciones y ofrecer a sus clientes la posibilidad de acceder a la vasta red de existencias que disfrutan los clientes de Estados Unidos y el Reino Unido.
En 2014 Radwell comenzó a adquirir varias empresas de distribución y reparación pequeñas en distintas regiones de Estados Unidos para fusionarlas y transformarlas en sucursales de Radwell, y acercar los servicios de reparación y la venta de productos a los mercados locales y territorios de venta de las empresas adquiridas. La primera de estas operaciones fue la adquisición de Dorman and Associates en Franklin, Indiana. El edificio donde estaba Dorman se renovó y transformó por completo para convertirse en Radwell-Indiana.
En 2015, Radwell adquirió KF Group con sus instalaciones, que se convirtieron en Radwell-North Carolina; lo mismo sucedió con Midwest Industrial Services, que se convirtió en Radwell-Missouri. Radwell también compró Omega Repair, una empresa de reparaciones de control numérico computacional (CNC, por sus siglas en inglés) en Arlington, Texas; Omega se convirtió en Radwell-Texas y es uno de los centros de reparación especializados de Radwell, así como su centro de distribución para el sudoeste de Estados Unidos.
En 2016, Radwell adquirió 3E Services, que ahora es Radwell-Georgia. Ese año también se expandió a Alemania mediante la apertura de una sucursal en Krefeld.
Además, Radwell sigue incorporando personal de ventas y servicio en los EE. UU. Este crecimiento amplía la presencia nacional e internacional de Radwell y le permite ser uno de los centros de reparación y distribución industriales más grandes del mundo.
Radwell acaba de mudarse de su actual sede mundial en Lumberton, Nueva Jersey, a una planta de 29 000 metros cuadrados ubicada en Willingboro, Nueva Jersey, después de un año de intenso trabajo para transformar la planta en un hermoso centro de producción automatizado de alta tecnología. Además, la compañía adquirió e instaló el sistema de gestión de inventario Swisslog Autostore, que cuenta con 50 000 contenedores de existencias gestionados por 34 “carritos” de recogida robotizados. La nueva sede de Radwell ha reunido a la mayor parte de su personal bajo un mismo techo, donde también disfrutan de una cafetería temática de playa, una sala de juegos y un gimnasio.
Hoy en día, la familia Radwell está conformada por más de 850 miembros en todo el mundo.
Radwell está decidida a convertirse en la mejor empresa de reparación, distribución y automatización de excedentes industriales de todo el mundo. Con ese objetivo, ha incorporado ingenieros y técnicos a su personal de ventas global, tanto a nivel interno como externo. En su esfuerzo por garantizar la máxima fiabilidad, Radwell se preocupa de verdad por sus clientes y les ofrece siempre el mejor servicio posible.
Además de su compromiso con el crecimiento continuo tanto a nivel nacional como en el extranjero, Radwell se considera un eslabón importante de la comunidad local y mundial, gracias a sus esfuerzos de “retribución” permanentes. Como explica Brian Radwell, “Creo que toda empresa que logre tener éxito tiene la responsabilidad de apoyar a la comunidad y ayudar a los demás”. Radwell asume esta responsabilidad todos los días. Solo en los últimos años realizó donaciones a numerosas causas locales y nacionales, y a distintas iniciativas de la comunidad. Radwell ofrece ayuda donde surge una necesidad: desde las solicitudes de apoyo a iniciativas de los empleados, como ocurrió en varios eventos de “bicitón”, caminatas y patrocinio de equipos deportivos con fines benéficos, hasta las numerosas fundaciones dedicadas a la investigación y la educación, y el suministro de fondos para los damnificados en casos de catástrofe. Recientemente, la compañía donó más de 10 000 dólares a Virtua Foundation para la investigación del cáncer de mama.
Radwell mantiene un sólido compromiso con las personas que la integran, a quienes no trata como empleados, sino como miembros de una gran familia. Es consciente de la función que cumple el esfuerzo y los talentos colectivos del personal en el éxito de la empresa. En la reciente crisis económica que ha asolado al mundo, Radwell se enorgullece no solo de no haber despedido a ningún miembro de la familia como consecuencia de la desaceleración económica, sino también de haber seguido contratando gente y expandiéndose.